segunda-feira, 8 de setembro de 2014

JORGE BOCCANERA | El surrealismo en el territorio americano



El libro Un nuevo continente, sobre el tema de uno de los movimientos de vanguardia más influyentes del siglo XX, el surrealismo, y su repercusión en América, acaba de ser editado en Costa Rica por el sello Andrómeda. La compilación, que reúne poetas de 14 países y que está a cargo del poeta brasileño Floriano Martins, incluye textos de seis autores argentinos: Olga Orozco, Enrique Molina, Aldo Pellegrini, Julio Llinás, Francisco Madariaga y Alejandro Puga.
Martins, nacido en Fortaleza en 1957 y autor de ensayos como “El inicio de la búsqueda”, obra también dedicada al surrealismo, habla sobre la idea de esta compilación: “Es la de reunir lo más representativo en la poesía surrealista en todo el continente americano. Es la primera vez que se hace algo así y lo entiendo como una primera etapa. Tengo conciencia de su insuficiencia, y sigo trabajando. Hay una edición ampliada prevista para 2006 y una versión al portugués”.
Siendo que el surrealismo originado en Francia tuvo en Argentina su primera publicación americana –la revista Qué, editada por el poeta Aldo Pellegrini- es obligada la pregunta sobre qué idea tiene el compilador sobre los autores argentinos que asumieron algunas marcas de ese movimiento innovador: “Pellegrini fue el gran difusor del surrealismo, pero no es su gran poeta en Argentina. Me interesa su relación directa con el surrealismo, sin temer que tal inmersión pudiera oscurecer la revelación de una poesía más americana, sin sufrir demasiada influencia de las poéticas europeas. Pienso en Cuba, por ejemplo, en las relaciones que la generación del grupo ‘Orígenes’ podría tener más abiertas, por fuera de la tutela de José Lezama Lima. Los argentinos fueron más cosmopolitas en tal sentido, sin perder sus valores propios; basta ver la poesía de Molina y Madariaga”.
Martins, director de la revista electrónica Agulha y autor de varios libros de poemas, entre ellos Extravío de noches, sostiene que el surrealismo para nada fue una escuela, y sobre los rasgos supuestamente dogmáticos de su líder, el poeta francés André Breton, explica: “Es cierto que a veces esto no pasa de una trampa conceptual, pero no había una escuela sino una obsesión vital, una exaltación de las condiciones más radicales. Y dentro de esa  exaltación se dieron actitudes que son incuestionables, que pueden asumir la máscara de un dogma. El comportamiento de Bretón en nuestro continente es refutable bajo diversos aspectos, aunque hay que tratarlos sin preconcepto”.
Subtitulada “Antología del surrealismo en la poesía de Nuestra América”, la compilación Un nuevo continente, engrosa una amplia bibliografía sobre el tema con un registro de libros que incluyen la Antología de poesía surrealista (1961) de Pellegrini, el ensayo “Proyecciones del surrealismo en la literatura argentina” (1967), de Graciela de Sola, y las obras de Stefan Baciu, Antología de la poesía surrealista latinoamericana (1974) y Surrealismo latinoamericano: preguntas y respuestas (1979).
Otros poetas argentinos considerados con alguna textura surrealizante en sus obras son Oliverio Girondo, Juan Antonio Vasco, María Meleck Vivanco, Carlos Latorre, Juan José Ceselli. El compilador del libro asegura que prepara una edición ampliada y agrega: “Creo que hay dos ausencias grandes, la del mexicano Octavio Paz y la del guatemalteco Luis Cardoza y Aragón, por problemas de derechos de autor. Faltan otros por las razones naturales de toda antología, que es su condición fragmentaria. Además de los que mencionas, hay más poetas expresivos: Léon Gontran Damas (Guyane), Margaret Randall (Estados Unidos), Thelma Nava (México) y que pretendo reunirlos en un libro próximo y en la edición brasileña que estoy traduciendo”.
Martins, se refiere también a la poesía llamada afroantillana, en la que se observa un fuerte componente surrealista, aunque se diferencie del europeo: “El poeta de Martinica Aimé Cesaire, habla de las relaciones entre el surrealismo y la negritud, y es perceptible el mundo mágico, la boda posible con ese fondo mágico de la libertad, el punto en que se tocan África y Antillas. En mi libro están Cesaire e Magloire Saint-Aude, pero también podríamos hablar de Étienne Lero y Léon Gontran Damas”.
El surrealismo, para Martins, sigue vigente: “Siguen existiendo dos perspectivas del surrealismo: la formación grupal, que todavía se puede verificar en varios países – en nuestro continente, en Brasil, Chile y Estados Unidos, por ejemplo –, y la afirmación de un estado de espíritu, la búsqueda de las fuerzas del instinto, del sueño, del subconsciente, al mismo tiempo que una afirmación de la realidad. Todo esto, de una manera y otra, absolutamente integrado con la libertad y el amor, al decir de Pellegrini, que configuran la vida integral del hombre”.
Por último, el poeta brasileño, interrogado acerca de si en los años sesenta se dio una integración de dadaísmo, surrealismo y poesía beatniks, en grupos iconoclastas de América Latina como “El techo de la ballena” de Venezuela y el nadaísmo colombiano, concluye: “Estoy completamente de acuerdo. Hay todo un capítulo dedicado a esto en un libro que preparo para edición en Brasil. Es la ausencia total de dogmas, una mezcla mágica, donde están los nadaístas colombianos, la gente de Eco Contemporáneo en Argentina, El Corno Emplumado en México, y además ‘City Lights’, despliegues del ‘Refus Global’ de Québec, los brasileños Roberto Piva y Claudio Willer y, sobretodo, hay un sentido vital de correspondencias, los vasos comunicantes funcionando de una manera sorprendente”.

JB ¿Cuál es la idea de esta compilación?

FM Reunir lo que hay de más representativo en la poesía surrealista en todo el continente americano. Es la primera vez que se hace algo así. Pero lo entiendo como una primera etapa. Tengo conciencia de su insuficiencia, y sigo trabajando. Hay una edición ampliada prevista para 2006 y una versión al portugués.

JB ¿Qué idea tenés de los denominados poetas surrealistas argentinos, especialmente de Pellegrini?

FM Pellegrini es el gran difusor del surrealismo, pero no es su gran poeta, en Argentina. A mí me encanta su relación directa con el surrealismo, sin temer que tal inmersión pudiera oscurecer la revelación de una poesía más americana, sin sufrir demasiada influencia de las poéticas europeas. Pienso en Cuba, por ejemplo, en las relaciones que la generación de Orígenes podría tener más abiertas, no fuera la protección de Lezama Lima. Los argentinos fueron más cosmopolitas en tal sentido, sin perder sus valores propios. Basta pensar en la poesía de Enrique Molina y Francisco Madariaga.

JB ¿La poesía llamada afroantillana tiene un componente surrealista?

FM Aimé Cesaire siempre habla de las relaciones entre el surrealismo y la negritud, y es perceptible el mundo mágico, la boda posible con ese fondo mágico de la libertad, el punto en que se tocan África y Antillas. En mi libro están Cesaire e Magloire Saint-Aude, pero también se puede hablar de Étienne Lero y Léon Gontran Damas.

JB ¿Hubo dogmatismo en la escuela de Bretón?

FM No se trataba de una escuela. Es cierto que por veces esto no pasa de una trampa conceptual, pero no había una escuela. Había una obsesión vital, una exaltación de las condiciones más radicales. Y creo que en tal exaltación no hay como evitar ciertos puntos incuestionables, que pueden asumir la máscara de un dogma. El comportamiento de Bretón en nuestro continente es refutable bajo diversos aspectos. Pero hay que tratarlos sin preconcepto.

JB Por qué no están Cardoza y Aragón, Braulio Arenas, Oquendo de Amat y otros poetas de textura surrealizante, igiual que la argentina, octogenaria María Meleck Vivanco, quizá la última surrealista viva?

FM Braulio Arenas está. Hay dos tipos de ausencia: Octavio Paz y Luis Cardoza y Aragón no están por imposibilidad de gestiones de sus derechos de autor; los demás por las razones naturales de toda antología, por su condición fragmentaria. Además de los que mencionas, hay más poetas expresivos – Juan Antonio Vasco (Argentina), Léon Gontran Damas (Guyane), Margaret Randall (Estados Unidos), Thelma Nava (México) etc. – que no están, pero que pretendo reunirlos en una segunda edición que tengo ya en planes. Lo mismo en la edición brasileña que trato ahora de traducir.

JB Hubo en los años 60 una integración, en los grupos iconoclastas de América Latina, de dadaísmo, surrealismo y poesía beatnik. ¿Lo ves así?

FM Estoy completamente de acuerdo. Hay todo un capítulo dedicado a esto en un libro que preparo para edición en Brasil. Es la ausencia total de dogmas, una mezcla mágica, donde están los nadaístas colombianos, la gente de Eco Contemporáneo, El Corno Emplumado, City Lights, despliegues del Refus Global de Québec, los brasileños Roberto Piva y Claudio Willer, El Techo de la Ballena, hay de todo, y sobretodo hay un sentido vital de correspondencias, los vasos comunicantes funcionando de una manera increíble.

JB ¿Existe el surrealismo hoy, dónde, cómo?

FM En las alturas de una de las ruinas del imperio Inca me ha llamado la atención una placa: “no hacer destrozos”. ¿De quién nos protege? Es curioso que nadie pregunte a cerca de la eternidad del dadaísmo o mismo del simbolismo. ¿Por qué tanto esmero en destrozar al surrealismo? Siguen existiendo dos perspectivas del surrealismo: la formación grupal, que todavía se puede verificar en varios países – en nuestro continente, en Brasil, Chile y Estados Unidos, por ejemplo –, y la afirmación de un estado de espíritu, la búsqueda de las fuerzas del instinto, del sueño, del subconsciente, al mismo tiempo que una afirmación de la realidad. Todo esto, de una manera y otra, absolutamente integrado con la libertad y el amor, al decir de Pellegrini, que “configuran la vida integral del hombre”.

[2005]




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